Tras la pérdida de un ser querido son muchos los aspectos psicológicos por los que se pasa, entre los que se encuentra el duelo. Este es un proceso en el que debemos adaptarnos a la ausencia. Sin embargo, cada individuo lo experimenta de distintas maneras y el lapso de este estado emocional variará.
En este sentido, existen distintos tipos de duelo, por lo que no hay una medición exacta y precisa del tiempo a transcurrir, variando desde los primeros 3 meses, hasta 2 años. Incluso, hay personas que nunca pueden superar la pérdida de a quien amaban, lo cual conlleva a otras atenciones para poder mejorar nuestra calidad de vida.
Desde Robles Navarro queremos ser tu mano amiga. Por lo que ¡Te animamos a leer el siguiente post!
Cinco fases del duelo
A pesar de saber que la muerte en algún momento tocará a nuestras puertas y alejará físicamente a alguna persona de nuestro lado, es algo que no aceptamos e incluso muchas veces evadimos, aún sabiendo que es lo único seguro y natural en el ciclo de la vida.
Al ocurrir estas circunstancias tan dolorosas, nuestra mente pasa por una serie de cambios a raíz del duelo, las cuales van transcurriendo por las siguientes etapas:
- Negación
Enterarse de la pérdida de una persona produce una resistencia a entender la situación, negándose a creer que sea realidad lo sucedido. Es totalmente normal, ya que tendemos a activar nuestros mecanismos de defensa ante el dolor, siendo mayormente una de las primeras reacciones, la cual nos permite mostrar una tranquilidad aparente.
- Desconcierto
En el momento de la noticia, se muestran diferentes emociones negativas que generan numerosas confusiones, además del cuestionamiento propio de la situación y circunstancias en la que se presente. Por ello, se puede llegar a distorsionar la realidad o cuestionarse qué se pudo haber hecho y qué no, adoptando cierto sentimiento de culpa, incluyendo ira y enfado.
- Dolor y culpa
La culpa y el dolor de no haber hecho “algo más” es una etapa extendida y fuerte presente en todo el proceso del duelo, irrumpiendo nuestros pensamientos. Esto incluye desde haber buscado más soluciones médicas hasta no haber hecho mayor acto de presencia durante la vida de nuestro ser querido.
- Tristeza
Esta etapa suele ser muy delicada, pues su manejo adecuado es el que permitirá que salgamos de esta situación. De lo contrario, podríamos caer en un estado de depresión. Con relación a ello, se empieza a tener conciencia de la pérdida y es importante entender la necesidad de pasar por este estado, el cual es normal, para de esta forma drenar y poder en menor o mayor medida ir superando el dolor.
De igual forma, en esta fase los recuerdos abarcan nuestra mente y se refuerza mediante fotos, objetos o lugares que solía frecuentar nuestro ser querido, aumentando la sensación de vacío y los interrogantes como: ¿Ahora qué hago sin esa persona?
- Aceptación
En este momento se acepta que esta persona ya no estará más físicamente y se buscan formas de restablecer la vida y lo que ella conlleva. Por supuesto, se sigue sintiendo el vacío, entendiendo que no va a regresar, y aunque sigue siendo muy doloroso, la situación es más real.
En este caso, se pasa a pensar en qué hacer y resolver temas pendientes tanto personales como de nuestro ser querido.
Es importante señalar que, aunque sabemos que es fuerte, la vida debe continuar y existen otros seres queridos que se encuentran con nosotros y que desean que estemos bien, incluso quien ya partió a otro mundo a descansar.
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Comprendemos lo difícil que resulta estar en un momento de dolor y confusión y tener que realizar además todos los procesos inherentes al funeral de ese ser querido. Por ello, en Robles Navarro nos encargamos de toda la gestión necesaria que pueda surgir en el servicio funerario, apoyándote así en tu duelo.
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